sábado, 5 de enero de 2013

Delicias, delicias de la vida



Olor a lluvia filtrado en el interior de los bolsillos de la maleta. No cesa el chaparrón y mis camisetas están sucias. Rechazo el paraguas por el cobijo de las cornisas y la intermitente mojadura al cruzar un paso de cebra.
He llegado aquí rozando la hora del café. Tengo un dilema, no sé si prefiero la lavadora número uno o la número cuatro. Mejor la cuatro. Voy a sentarme durante media hora a ver cómo mi ropa da vueltas, quizá tantas como la vida, mientras queda impregnado el olor a suavizante en mis días malgastados de la semana.
No puedo dejar de pensar en todo, y a la vez en nada, mientras van descontando los minutos en la máquina sugiriendo que, en cuanto el contador llegue a cero, mis pensamientos dejen de funcionar en blanco y negro y pasen a color.
Ya ha terminado. Se han centrifugado mis malas sensaciones y ahora solamente queda la realidad, calcetines de rayas en el cesto esperando ser secados en un sol ficticio pero casi acogedor. Son solo diez minutos más.
Ahora solo pienso que, en cuanto terminen, volveré a guardar todo en la maleta en forma de calor; y en el color que me apetezca hoy. 
Estoy lista para volver a la calle bajo el techo de nubes y gotas de lluvia. Casi son las cinco y me espera un café ardiendo con un montón de espuma y, por supuesto, con azúcar moreno. Seguramente, hecho de la misma forma que siempre, en el mismo bar de siempre sentada en el banco de madera junto a la misma mesa baja de siempre. Pero con sabor diferente porque tengo ropa nueva con rotos antiguos.








Hoy es un buen día, han abierto una lavandería nueva en mi barrio.

miércoles, 2 de enero de 2013

Retrofantástico




[Y aquí estoy, donde siempre. En el salón de mi casa en Coruña escuchando llover.
Acabo de probarme el vestido de esta noche y aún me quedan unos ajustes por hacer.

Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación, una sensación tan buena. 
Quizá por ese motivo ahora mismo tampoco tengo mucho que decir, básicamente porque no me alcanza la memoria a enumerar todo lo que me ha pasado este año.
Desde el primer día ha sido sorprendente]


Hasta ahí había escrito cuando me avisaron para coger el coche rápidamente y marcharnos a cenar.
Ya no tiene sentido terminarlo, no sería lo mismo. Aunque, curiosamente, la última frase en referencia al año pasado me sirve también para este.

Buon 2.013.