martes, 31 de diciembre de 2013

13



Se me ocurren varios calificativos para este año que está a punto de terminar: raro, alegre, rencoroso, eufórico, viajero, impulsivo, soleado, agridulce, frenético, interrogante, lluvioso y gris. 

El año del sí y del no, del final y el principio. De las dudas, de la incertidumbre, de las contradicciones de toda la vida. De la eterna Granada y la paella unida a una película de diálogo.
El año de los objetivos no cumplidos y de la impaciencia por los que aún no lo son. De las sorpresas, de los trenes. 
El año de los abrazos nocturnos en el portal, del miedo a equivocarse. De soñar...
Del café, del té, de los ataques de magia y los poemas. Del verano con la mente en todas partes menos en Madrid. De la barra del bar de Imperial.
El año de la deseada independencia, de la amable Bélgica, de las ganas de Amsterdam y las cuentas pendientes con París.





Y, sobre todo, el año de "personas que, como tú, tienen todas esas cosas.Personas que hacen que haber decidido salir de fiesta una víspera de Nochebuena merezca la pena; porque, aunque tú no lo sepas, es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida".


Y toda tu escalera sabe a 2.013. Y a 2.014.