miércoles, 15 de octubre de 2014

Calma


Llueve demasiado. 
Levantas la vista y observas la ventana de una buhardilla del edificio de enfrente. Desde aquí las gotas de lluvia parece que centellean sin parar.

Y aquí estás. 
Mirando a través de una ventana que crees familiar con el mismo jersey verde del otoño pasado y las sábanas de siempre. Pero con otra sensación.
Te preguntas cuántos años han pasado, en qué punto estás y no sólo del mapa.

Y no para. 
Y no solo es la lluvia. Eres tú, impaciente, queriendo acelerar el tiempo del reloj que cuelga de tu cuello pidiendo el mismo efecto que aquellas incesantes gotas de lluvia. 

Pero dime, ¿qué ocurre tras la tempestad?