sábado, 31 de diciembre de 2011

11

Es como tener una naranja partida en dos delante de ti.

Coges la primera mitad, la miras y ves la monda, dentro ya no queda nada. Entonces piensas en lo dulce que sabía y lo a gustito que te quedaste después de tomártela.

Más tarde, coges la segunda mitad, la miras y ves que quedan restos. Entonces piensas en lo ácida que estaba y en lo difícil que ha sido tomar la cantidad que pudiste.

Quizá podría definir así este año.

Ha sido un cógelo o déjalo y, creo, que he cogido todo lo que he querido. Si las consecuencias no fueron las mejores sí lo ha sido la intención y con eso me basta.

Por esta razón, no me deja mal sabor de boca sino todo lo contrario. Reflexionando ahora, veo los malos momentos insignificantes en comparación con los grandísimos momentos que he vivido y, sobre todo, con las personas que empiezan conmigo el nuevo año.
Es cuando me doy cuenta de que de la segunda mitad de la  naranja comienzan a caer gotas exprimiendo así lo que, una vez más, la vida me ha enseñado y valorando lo que tengo.


En este momento, ante mí, hay dos mondas vacías. 
Me he bebido 2.011 y no, no he dejado nada en el vaso.








1 comentario:

  1. Pues habrá que quedarse con eso, ¿no? Con no dejarse nada atrás y aprender lo esencial...
    Por un perfecto 2012 ;)

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