miércoles, 13 de abril de 2011

Qué grande es la Universidad.

Todo empezó con una cena entre amigos y un concierto de Shakira. Recién terminada la selectividad solamente quedaba esperar y decidir.
Recuerdo todo como si fuese ayer. La llegada inminente de Carmen tras los exámenes. 
Cuando mi hermano me leyó las notas finales y empecé a correr por toda la casa incrédula.

Finalmente, decidí irme a Santiago. Duré menos que un programa con una audiencia deficiente aunque más tarde me di cuenta de que me había servido de mucho. 
Hacía bastante frío en aquel piso, pero para eso robábamos mantas de la Condesa. Siempre estaba pegada a mi ojito derecho (cómo le eché de menos).
Nunca me gustó la capital de Galicia, sinceramente.

Después llegó el momento de abandonar y de irse a Londres. Considero este viaje como una sub-etapa dentro de todo esto. No pensé que cupiesen tantos discos en una mochila, entre otros tantos souvenirs. Tampoco creía que existiesen ingleses amables ni que subir al London Eye fuese tan impresionante. A pesar del mal trago por haber dejado una carrera todo estaba yendo bien; en aquel momento no lo sabía pero con el tiempo acabó siendo el mejor año de mi vida. 
Conocer Inglaterra fue increíble, como conocerle a él.
Todo fue muy rápido, pero muy dulce.

Pronto tuve que decidirme nuevamente. Publicidad me esperaba con los brazos abiertos y Pontevedra también.
Tampoco me agradaba esta ciudad pero tenía mucha ilusión por empezar y hacerlo bien.
Apareció Iria y un piso maravilloso. Aparecieron ellas.
Tiempo más tarde empecé a desaparecer yo. Y la vida me dio un poco de lado (algunos seres humanos también).
Te conviertes en algo que no quieres ser. Es un proceso lento, sin embargo, te da en la cara de un día para otro. No sabes cómo salir, golpeas la pared y te obsesionas. Te haces daño día sí y día también e intentas luchar incoherentemente por aquello en lo que crees, o mejor dicho, por aquello que te has hecho creer.

Madrid estaba escrito en mi frente, tenía que venir. Estaba convencida. Estudiaba para conseguirlo y mientras estudiaba, se fue ella también. Eso sí, pensaba que no tenía nada y lo tenía todo.
Fueron los peores veranos. Fue la peor sensación que he vivido.

Un día ves que no puede ser y cambias de actitud. Las circunstancias me enseñaron cómo la mente controla todo, lo físico queda totalmente dominado. 
La plaza en Fuenlabrada ya era mía, sólo tenía que buscar hogar. Y lo encontré. Nunca olvidaré el cartel con una flor en medio ni olvidaré cuando Irene apareció con el pelo mojado por el pasillo.

Pequeña recaída y a partir de ahí todo vino rodado. 
Mis viajes, sin los que algo me falta. Granada se convirtió en mi tercera casa.

Madrid empezaba a ser más de lo que imaginaba, una puerta al mundo y, en ocasiones, mi refugio.


Cada día pienso en la suerte que tengo por levantarme cada día, abrir el balcón y ver el museo.
Y en la suerte que tengo por tantas cosas que he encontrado a lo largo de estos años. 

Hoy he tenido mi última clase de la carrera y no he podido evitar tener un nudo en el estómago durante todo el día. Tantos recuerdos cayendo sobre mí como una intensa tormenta de verano, con sus rayos y su frescura. 

Te lo pueden advertir, te lo pueden contar, pero hasta que lo vives no lo sabes con certeza. Es algo inolvidable que, aunque no quieras, te cambia para siempre. 
Conmigo ya lo ha hecho.

[La verdad es que si sigo escribiendo se me empezará a nublar la vista]

1 comentario:

  1. Porque me haces esto!! tu sabes las ganillas d llorar que m han entrado?no se k sera d nosotras de aki a un mes....el dia de la graduación puede ser horrible y ala vez precioso!!!
    comparto tu idea de que todo esto nos cambia para siempre!!!!

    MER

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