jueves, 7 de febrero de 2013

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La estupidez del ser humando traducida en escuchar canciones tristes  en momentos supuestamente alegres.
El sabor agridulce de las melodías que acompañan las horas muertas y aniquiladas en un intermitente desasosiego.

Y nos vamos pasando la pelota los unos a los otros hasta que, algún día, caiga sobre el mismo tejado.



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